El Grillo y la Luna.
—¿Papá, por qué la noche es siempre tan oscura? — Insistía el pequeño grillito mientras le jalaba
las antenas a su papá.
—Porque en la noche no hay Sol. — Asintió papá grillo con aires de grandeza intelectual.
—Pero, ¿por qué no hay sol? debería de haber un Sol que iluminará las noches. — Se cuestionaba
el pequeño grillito.
— ¡No lo sé hijo, no hagas tantas preguntas! — Gritó su padre y fue la última pregunta al respecto que
escuchó en su vida.
Y así, pasaron los años, su padre cayó enfermo, el pobre grillito (que ahora era todo un grillo adulto)
le preguntó a todos sus amigos del bosque ¿qué podía hacer él para que su padre mejorará? Nadie supo
darle una respuesta satisfactoria, se limitaban a indicarle que no había nada que el pudiera hacer.
Pero nunca se rindió y acudió (pese a las advertencias de todos en el bosque) con el sabio de las
montañas. El temible, el ermitaño, el extraño ser que habitaba sólo desde que la tierra existe.
—Buenos días. —Dijo el grillo, más nadie contestaba.
—¡Buenos días! —Gritó con todos sus pulmones y un ruido se escuchó. El ruido provocó un eco que
resonaba espantosamente por toda la cueva. El grillo estaba paralizado, eso era muy terrorífico. Entonces
se vio una sombra, era una sombra enorme, cubría casi todo el lugar en una perpetua oscuridad, nuestro
pobre amiguito sólo podía temblar ante tal estampa, pero dijo con valentía, pero con voz muy bajita:
—No, a mí nadie me espanta. — Entonces la sombra se comenzó a hacer cada vez más pequeña, y por
el pasillo de la cueva se asomaron un par de antenitas, que a el grillo le parecieron muy familiares.
—Pero, ¡si es un grillo!— Dijo un poco más calmado.
—Claro que soy un grillo, ¿qué esperabas, a uno de esos osos descerebrados? ¡Ja! — Rió
sarcásticamente.
—Em, bueno... ¿Usted me podría ayudar?
—¿En que podría ayudar un viejo cacharro como yo?
—Usted es muy sabio, según cuentan en el bosque, y yo... pues... necesito ayuda.
—¿Qué es lo que te pasa?
—Bueno, mi padre está enfermo, y yo...
—¡¿Qué?! —Interrumpió rápidamente y fue a sacar un libro empolvado de su estante.
—¿De qué es ese lib...
—¡Shhhh! guarda silencio.
—Sí, pero...
—¡Shhhh, que te calles!—Y el sabio continuaba leyendo. Poco después de un rato cerró su libro y con
sus ojos muy abiertos dijo:
—¡Eres tú!
—¿Yo? ¿Yo qué? —Decía preocupado.
—¡Eres el elegido! —Gritaba con júbilo el anciano
—Pero... ¿el elegido para qué?
—El elegido para que hagas que la Luna salga de su largo sueño. —Y entonces le contó la historia
acerca de como el elegido, con ayuda de el violín ancestral, despertaría a la Luna de su largo
sueño, y le traería luz y felicidad a todos.
—¿Y eso como ayudará a mi padre? —Se preguntaba.
—Sí tú cumples con tu encomienda de levantar a la Luna todas las noches, yo te cumpliré un deseo.
—Acepto. —Dijo con toda seguridad.
...Y todas las noches, cuando ya todos los animalillos del bosque yacen dormidos,
el grillo le toca su pequeño violín a la Luna, y su padre lo escucha desde su ventana..
FIN.
Barquito de papel.
Hace no mucho tiempo, en un rio que cruzaba la ciudad, navegaba un barquito de papel.
Iba solito, por las noches, por los días, navegando a lo largo del canal,
pasaba por los desagües, por encima cruzaban los autos a gran velocidad.
Despertó un día, él no sabía dónde estaba, no sabía qué era ni de dónde venía.
—¿Dónde estoy? ¿Qué pasó? —Se repetía el pobre barquito mientras se movía violentamente de
lado a lado.
—Esto debe ser un sueño, yo soy sólo soy una hojita de papel.— Y seguía navegando en
busca de las respuestas que tanto quería.
— ¡Ya sé!, le preguntaré a aquella rata que se asoma por la tubería.
—Hola amiga rata. —Dijo entusiasmado. Pero la rata asustada por el grito exclamado
por el barquito salió huyendo a través de los conductos sépticos.
—¡Oh!, debí acercarme con más cautela. —Se dijo el barquito mientras prosiguió con su viaje.
Estaba ya cerca de las afueras de la ciudad, el río poco a poco se veía
más limpio debido a la ausencia de fábricas y desechos de los hogares.
—Quizá por acá encuentre algún animalito que me pueda ayudar. —Decía el
barquito mientras navegaba oscilante.
No pasó mucho tiempo antes de que se encontrará con una amigable ardillita
a la que emocionado (Pero con más cautela que la vez anterior) se acercó a preguntarle.
—Hola amiga ardillita. Dijo calmada y amablemente el barquito.
—Hola. —Respondió con dulzura la ardillita.
—¿Me puedes ayudar?
—Claro que sí, dime ¿qué puedo hacer por ti?
—¿Me podrías decir, qué soy yo? —La ardillita lo miró asombrado, en realidad
parecía que no tenía ni idea de lo que era.
—Pues, eres un barquito de papel. —Dijo la ardillita.
—¿Un barquito de papel? pero... yo hace poco era sólo una hojita.
¿Cómo pasé de ser una hojita a ser un barco? —Dijo preocupadamente.
—¡Oh!, eso es muy sencillo. Basta con que alguien te haya tomado y,
con un poco de habilidad manual, transformara lo que tú eras antes en lo que ahora todos podemos ver.
El Barquito estaba impactado, le acababan de decir que su vida había sido transformada radicalmente.
Ayer era sólo una hojita de papel, en blanco, sin vida, sin nada. Hoy era una nave, que viajaba
a través de un río sin aparente destino fijo.
—Gracias amiga ardillita, me has sido de gran ayuda. —Estaba a punto de partir, pero antes de hacerlo agregó.
—¿No quisieras acompañarme en mi viaje? No me gustaría estar a la deriva tan solo.
—Claro que sí, me encantaría. —Contestó alegre la ardillita.
Y así, juntos comenzaron a viajar a lo largo del río, vieron montañas, pasaron por bosques.
Caminaban y se platicaban sus vidas, contaban chistes, estaban muy contentos los dos.
Un día llegó una tormenta, la marea comenzó a mover el río violentamente. el barquito se sacudió y sacudió a merced de los poderosos vientos.
—¡BARQUITO! —Gritaba desesperada la ardillita al perder de vista a su amigo. Pero barquito ya no podía escucharla, la corriente lo había arrastrado muy lejos y se había perdido de la vista de su amiga.
El Sol salió, estaba amaneciendo, el cielo estaba despejado, ya no había tormenta.
Barquito abrió los ojos. —¿Dónde estoy? ¿Qué pasó? —Se decía mientras yacía atorado entre una roca y una rama, ya fuera del río.
—¿Dónde está ardillita? ¿Qué fue de ella? —Preguntaba al mismo tiempo que trataba de ver la forma de regresar al agua, pero era inútil, no había forma de que se pudiera mover.
Pasó así un buen tiempo antes de que un niño lo encontrara...
Hace no mucho tiempo, en los cielos de una pequeña ciudad, volaba un avioncito de papel.
Iba solito, por las noches, por los días, volando tal como las aves lo hacen.
Un buen día se atoró en un árbol, donde encontró a una amigable ardillita.
—¿Dónde estoy? ¿Qué pasó? —Dijo el avioncito.
—Eres un barquito de papel amigo mío, que con un poco de habilidad manual ha sido transformado en un avioncito de papel y que con un poco de suerte ha regresado con su vieja amiga la ardillita.
FIN.
"Escape Estelar" Parte 2.
Pasadas hora y media desde el choque con el asteroide están bastante cerca de llegar a un punto sin retorno, en el cuál la nave no resistirá el poder de Júpiter y cederá, para así acabar con el viaje de los sueños.
Totori está muy asustado y mira la foto de su familia, Pierre canta el himno de su amada Francia entre lágrimas, Tuki come desesperadamente como si fuera el último alimento que probará (Quizá lo sea). —Mejor morir con el estomago lleno.— Le dice a los demás con afán de animarlos un poco, Mike está en el baño y lleva ahí aproximadamente 40 minutos, nadie quiere interrumpirlo, no le gusta que lo vean llorar. Lorraine por su parte, se ha puesto a leer plácidamente en su camarote. Mientras tanto Jane, Rod, Paul y Serguey tratan de encontrar solución al problema y lograr salir de esa pesadilla.
Por la ventanilla de la nave se alcanza a ver la famosa "Mancha de Júpiter" que por años se ha dicho y comprobado que se trata de una tormenta. —¡Vengan a ver todos!— Gritó el capitán Michaels. Todos se asomaron y vieron como la tormenta parecía acelerarse y comenzar a devorar todo lo que se acercaba a ella. —¿Qué sucede? —¿Qué pasa? —¿Qué es eso? —Eran preguntas frecuentes entre los pasajeros, —Quizá la mancha también tiene mucha hambre. —Dijo Tuki con su siempre buen sentido del humor ante cualquier adversidad. De repente se podía apreciar un vórtice que se formaba en la macha, con colores desde el azul hasta el violeta. —Agujero de gusano. —Afirmó Jane. —¿Estás segura?, aún no se ha comprobado que esas cosas existan. —Es un agujero de gusano Rod, no me digas que ahora que por fin puedes ver uno no lo vas a creer. —Lo veo pero, ¿qué sucederá con nosotros? —No lo sé, nadie lo sabe, algunos afirman que pueden llevarnos a otra parte del espacio o del tiempo.— Mientras ellos seguían con su discusión sobre agujeros de gusano, tiempo y demás términos científicos, el resto quedaban boquiabiertos por la ventanilla mientras miraban rocas y más rocas caer dentro del misterioso portal.
La nave se comenzó a acelerar, se estaban acercando al agujero de gusano, de pronto todo se volvió extraño, los colores cambiantes, las formas de igual manera, no se podía reconocer objeto alguno, comenzaron a ver el vórtice en sus narices, vueltas y vueltas daba en espiral, como si se tratase de un objeto hipnotizador, de pronto todos perdieron la conciencia, y la nave desapareció en el portal que a su vez se cerró.
Continuara...
Sol de cristal. (Un sueño)
Subió por una escalera larga, ahí estaba él.Un anciano de mirada perdida con una cajita en sus manos. "Ten, esto es lo que querías" Dijo. Él tomo la caja y la abrió, era el dispositivo más extraño que había visto, parecía una alarma de automóvil pero tenía incrustadas piedras preciosas y era de oro. "¿Sirve para lo que me dijiste?" Preguntó. El anciano asintió con la cabeza, pero luego retiró la mirada, como si supera que algo malo ocurriría.
El joven se retiró con su nueva adquisición, estaba dispuesto a presumirle a sus amigos, en el camino quiso intentar ver su funcionaba, sacó en aparato, lo apuntó al sol y presionó el botón. ¿El Sol había desaparecido? No, solamente era invisible a la vista pero seguía ahí, se podía saber porque no había anochecido, de nuevo presionó el botón y el Sol apareció en el lugar que siempre había tenido después de tantos millones de años.
Al fin llegó con sus amigos, estaba muy emocionado, "¡Vengan, les quiero mostrar algo!" Gritó entusiasmado. Una vez más, pero ahora frente a sus amigos presionó el botón. Pero, ¡¿qué sucede?! el Sol no desapareció como la vez anterior, esta vez se sacudía con violencia y se tornaba rojo carmesí. De pronto se calmó, hubo silencio, se torno azul, parecía de cristal. ¿Está creciendo? ¡NO, se está acercando! ¡¿Qué sucedió?! Presionaba y presionaba el botón y nada cambiaba, el fin parecía inevitable, estaba ya muy cerca, esto se acabó...
Suscribirse a:
Entradas (Atom)