"Buscando sin buscar" Parte 1


Lo que a continuación se escribirá, es una historia que puede ser mía, suya o de cualquier persona, espero sea de su agrado.

Teodoro es un joven que pasa todos los días por el mismo lugar, siempre la misma ruta, siempre el mismo autobús. Todos los días después de ir al colegio, se sienta en la misma banca del parque, aquella que está lo más alejado del barullo de los niños que juegan, alejado de los ancianos que llenos de energía aún van a correr, alejado de aquellas parejas que disfrutan su amor como si nadie los estuviera viendo. Teodoro es un joven introvertido, tímido, siempre metido en sus propios asuntos, en su propia mente. 

Día con día el se sienta en está banca a observar su entorno, observa las hojas caer en otoño, el sol brillar en verano, las flores crecer en primavera, la nieve convertir todo en un manto blanco en el invierno.
A veces le gusta recostarse en la banca y cerrar sus ojos. Sueña con su futuro, sueña con su pasado, sueña con lo que quisiera que fuera su presente. 
A Teodoro le gusta dibujar, le gusta dibujar los paisajes del parque, los árboles, el pequeño lago, el cielo decorado por las nubes de algodón, le gusta dibujar a la gente que ve pasar, le gusta dibujar a la señora que lleva a su bebe a sentir el pasto, a aquel hombre que suele lanzar una moneda al lago, a ella, a esa chica que como el está sola sentada en una banca, "¿Como se llamara?" se pregunta Teodoro, tiene un par de ojos hermosos, la luz del sol acentúa su belleza, su cabello es lacio y sedoso, y está sola, siempre está sentada en esa banca justo del otro lado del pequeño lago.

Un buen día Teodoro como todos los días llega a su querida banca, y espera...pasan segundos, minutos, !!!HORAS!!! "¿Donde está?" se preguntaba, y es que ella jamás había faltado en el pasado a el encuentro en aquel lugar. "¿Estará bien?" y anocheció y ella no apareció. "Ya vendrá mañana" se decía para darse esperanzas.

Llegó el día siguiente, Teodoro apenas sonó la campana para salir del colegio y corrió, iba tropezando quería llegar pronto al parque, casi lo atropella el autobús que todos los días lo lleva a casa, no le importo, solo quería verla ahí, para el sería suficiente el saber que estaba bien. Llegó por fin a la banca, su banca, ¡nadie! absolutamente nadie estaba del otro lado del pequeño lago, la banca que ella solía ocupar estaba vacía. "No tardará en llegar" se repetía, pero de nuevo pasaron minutos, ¡¡¡HORAS!!! y nada, jamás aparecieron esos ojos, esos que Teodoro había dibujado innumerables veces. Estaba preocupado, sentía un gran cariño por esta joven, jamás habían hablado, pero el sentía que la conocía de toda la vida.

Pasaron los días, ella seguía sin aparecer, Teodoro ya no comía bien, su rendimiento no era el mismo en la escuela ni con su familia, ya no había dibujado nada desde que no la veía, sus días se volvían grises, la sonrisa se borraba de su rostro, ya no se recostaba en la banca a soñar, lo único que quería era volverla a ver.

Continuara...